Un pedazo de techo se desplomó, las tuberías viejas convirtieron la sala de la abuela en una pequeña laguna donde miles de polillas nadaban, las luces de toda la ciudad se apagaron y en el espejo se reflejaban las estrellas, mis pies estaban salpicados con polvo de sueños, el aire olía a humedad con eternidad.
Jessica encendió un cigarrillo que tenia escrita la palabra reloj, lo encendió con un fosforo que nunca terminó de caer al agua llena de arcoíris de aceite; todas las tristezas y enojos habían sido sustituidos por esa hermosa sensación de vacío que se podía tocar con solo extender los brazos y respirar profundo. Así era todo perfecto, sin nombres, sin sexos, sin espacio ni tiempo; la palabra reloj se quemó y la luz regresó.
Debajo de escritorio oxidado, en un rincón oscuro, entre una pared agrietada y una canasta con estambres, vi un punto de luz, era como una luciérnaga, Jessica y yo nos acercamos a ella para descubrir con sorpresa una clave de sol que reflejaba la luz de la luna. Afuera había un carnaval de seres vestidos con tela de hilos de oro, seda de las pléyades, zapatos de azúcar, un camaleón de color azul sonreía desde el sillón forrado de terciopelo, el viento sonaba como un ejército de ocarinas.
El horizonte comenzó a teñirse, primero de verde, luego de azul, luego se incendió y salió el sol a quemar toda la belleza de la noche dejando ver los vestigios del terremoto.
lunes, 1 de septiembre de 2008
La jermu que me engaña con la luna
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1 comentario:
me encantan.. me encantan esas fotos que ahora cualquier persona llamaría "pics"
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