lunes, 7 de enero de 2008

1



Mi nombre no importa, no se si soy un reptil o un ave que ha caído al suelo, vivo en alguna ciudad sin pasado ni futuro. Hace unos meces abrí mis ojos al abismo en el que todos nacemos cayendo.

El universo está en expansión eterna; mientras la velocidad aumenta, nuestra temperatura desciende, llegará el momento en el que todos los soles dejen de ser fuentes de vida, para transformarse en esferas congeladas. La gran explosión es solo la chispa de una luz de bengala que se extingue.

El tiempo devora todas las cosas. Los seres humanos llevamos viviendo como civilización aproximadamente diez mil años; desde la muerte de Jesucristo han pasado poco mas de dos mil, si comparamos eso con la edad de la tierra o el universo, no resulta ni medio suspiro; somos el plancton que una ballena come, estamos destinados a una muerte mas profunda que la muerte, el olvido, la nada.

Después del vértigo, como en toda revolución, llegó la calma acompañada de nuevos pensamientos; si en realidad no importo, soy libre, totalmente libre y sin responsabilidades. Para vivir de esta manera sin lamentarlo después, solo hay que tener un mínimo de inteligencia.

No hay comentarios: