jueves, 5 de diciembre de 2013

Cumulonimbo

Ayer me deslumbró
el sol por la mañana
me quedé dormido
mirando a la ventana

Esperaba la cita
de una amante gitana
una gata extraviada
una amiga lejana

Esperaba un eclipse
de luna porcelana
una gota de lluvia
una briza liviana

Me cansé de la gente
y su vida vacía
su pereza aburrida
tristeza y cobardía

Quisiera despegar
acariciar el cielo
besarme con las nubes
Olvidar el suelo


Me cansé de la gente
y todos sus problemas
me quiero despedir


viernes, 29 de noviembre de 2013

Fibonnacci




Señor Monstruo, Fibonacci me habla. ¿Quién es Fibonacci?, su nombre no me da confianza, suena muy… renacentista, ¿es uno de tus amigos con problemas? No, vivirá en mi cabeza. Ah ya, es uno de esos nematelmintos subcutáneos con telepatía. No, apenas se convertirá en eso. Larvas…. No, conciencia. Ah, es esa voz que te dice –sácale los ojos- con acento militar aguardentoso. No, el mío dice 1,2,3,5,8,13,21,34… Ah, es como yo cuando estoy borracho (pero sin números negativos ni decimales). Fibonacci.

Bliss se levantó del pasto, suspiró, miró el grafiti con forma de gato en la pared del puente y se volvió a sentar.

Ala, tengo unos diseños bien feos para Whitman, van a ser camarones. 

Somos polvo de estrellas

Bliss me regaló una lámpara para iluminar mi bungalow, un armatoste solipsista cromodinámico suspendido de una viga con hilo de cáñamo. Un paralelepípedo tridimensional deconstruido a fuerza de patadas y pintado con pigmentos artificiales. Pequeñas perforaciones intervenidas con canicas hacen que la trayectoria de los fotones se vuelva caprichosa. Es imposible escribir en estas condiciones, la irregularidad estrambótica de las manchas luminosas es como el canto de las luciérnagas (la primera vez que lo escuché fue debajo de una ceiba enmascarada), como el ectoplasma que escurre de tus párpados cuando duermes, como las ojeras del sol, la espuma de los días, el acantilado que se forma en las circunvoluciones de tu cerebro.Caravaggio se hubiese hecho el harakiri ante tal cantidad de adefesios locuaces, Bonauroti habría implotado de manera cómo cuando el vaticano puso calzones a su obra. A Egon Schiele le hubiesen encantado las manos frenéticas del tabú curvilíneo, con sus apéndices brutales y su ombligo adornado con una libélula de latón, con ojos compuestos de joyas plásticas.Una zarigüeya disecada y pintarrajeada con un foco en la boca, Rauschenberg estaría satisfecho, la espina dorsal de un cuadrúpedo irreconocible con sus costillas verdaderas, falsas y flotantes protegiendo una mariposa azul, como una jaula ósea. Una canasta intimidante repleta de cabezas de muñecas calvas con el letrero “Alfonsinas”. Un cajón lleno de ropa interior playera aparentemente sucia, talismanes multicolor capaces de mesmerizas a un cuarentón empedernido como el señor Monstruo. Un espantapájaros cubierto de alfileres redundantes, con sangre vinílica escurriendo menstrualmente sobre una base tipográfica. Una máquina de escribir sin dientes convertida en maseta.¿Esto es arte? Se preguntaría un artista poroso con complejo de filósofo; pero Bliss no lo sabe solo reacomoda el mundo como un hámster descuidado, sin pensar en las consecuencias epistemológicas de sus actos, sin importarle si toca con su delicada nariz dórica el limbo de la decencia estética o conceptual. La exposición solo existe porque Koan le sugirió la idea sin mucha esperanza de ser escuchado, Mu prestó el espacio como un testigo sin opinión y Tes solo asintió como una antorcha automática. El título fue parido durante una conversación orbital cuyo sol era el rito desde la perspectiva de Campbell, somos polvo de estrellas.Señor monstruo no ha descolgado la lámpara, porque cumple la hipotética función de antena; sabe que es improbable el encuentro delicado; pero intoxicado con metáforas se deja llevar por una tormenta ansiosa al mar de los desesperados. ¿Cómo reaccionaría un viejo que recupera la vista después de décadas en la oscuridad?, ¿qué haría el lector si dejara su vida clínica, amarillenta y comatosa para buscar la arena blanca del caribe o la arena negra de Maui, el abrazo vaporoso de un bosque de coníferas, el beso genérico de una chica de la calle sobre un arrecife de coral?



martes, 12 de noviembre de 2013

Vadic o Vedic

Cobijados del viento por las paredes de madera del bar, el señor Monstruo y Lux pasaron una tarde perfecta resolviendo acertijos. El tenebroso coro de fantasmas le causaba a Lux un hormigueo en el estómago, parecido al enamoramiento pero de frecuencia baja, como la una estampida de búfalos corriendo a media cuadra. Mu los había dejado encargados, quería ir a escuchar las noticias en la radio en la caseta de policías para asegurarse de que el viento no fuese un ciclón, Whitman, en su crapulencia sonora sabatina, había decidido jugar con la radio del bar, haciendo que las emisoras solo dijeran números o nombres de personas en algo como ruso, sonidos graves provenientes de las fauces de un babuino en brama. A Lux le gustaba escuchar los números porque tenía la creencia de que escondían respuesta de los acertijos.

Resolvían un cuadrado llamado Vadic según Lux; Vedic según señor Monstruo. Tres, seis, nueve, tres, seis, nueve, tres, seis, nueve, abajo nueve, tres seis, nueve, tres, seis, nueve, tres, seis, dijo el radio con acento sudamericano, cubano, mexicano, argentino, ¿Cómo era el acento de Belice?.
-          Concéntrate – Le exigió Lux
-          Estoy escuchando los números, quizá ahí esté la respuesta –
-          No la vas a encontrar ahí, tu eres cerebral, yo soy intuitivo-mágica-musical-fosforescente-cuántica; por eso formamos un buen equipo –
Señor monstruo miró el cuadro incompleto lleno de dígitos y pensó en la cantidad de tiempo libre que habrá tenido el que lo descubrió; se imaginó a un ermitaño en un palacio hindú, con un papiro o algo parecido mirando la lluvia del monzón a través de la ventana.

Siete, cinco, tres, uno, ocho, seis, cuatro, dos, nueve. En su abstracción, señor Monstruo descubrió que la línea siete, era idéntica a la dos pero en sentido inverso, con excepción del noveno número que era nueve; mientras anotaba los dígitos con su letra de abogado, Lux abría los ojos con sorpresa, esos ojos grandes y grises, llenos de una especie de tristeza milenaria, brillantes como una canica acaramelada. Cualquiera que viese a Lux sin conocerla pensaría que era una chica triste y solitaria, incluso suicida. Había marcas en sus brazos y piernas, grietas en la piel para matar del dolor del alma, pero se antojaban antediluvianos, quizá un alma prístina había recibido aquel cuerpo abarcable. La Lux que él conocía no podría haberse flagelado tan categóricamente. -¿Quién es esta gente?, ¿Cómo llegué aquí? – Se preguntó; todo el tiempo se lo preguntaba.

En realidad, los números de la radio desconcentraban a señor Monstruo, convertían a su pensamiento en un denso pantano chocolatoso, opaco como un océano de plástico derretido, aceitoso como un caldo de verduras con carne, delicioso. Mientras Yukimi celebraba, el tiempo para él se ralentizaba, podía notar los errores en el tejido de la realidad como antenas de mariposas saliendo de las sombras, escolopendras de sonido en el viento, pausas en el correr del tiempo, espacios rotos en medio del espacio mismo. A través de las grietas, señor Monstruo pudo ver a Evanna, May y Eriko, caminando en una ciénaga nebulosa, con sus ropas desgastadas, persiguiendo sueños como él. Las tres chicas sabían que alguien estaba mirándolas, voltearon a la luna y pudieron ver el ojo a través de las nubes, Evanna apuntó con su dedo y todos los lobos comenzaron a aullar. – ¿Crees que Mu se enoje si me preparo un pedazo de eternidad? – preguntó Lux y el aleph se esfumó, la escena parásita hizo una disolvencia en rosa.

-          Yo te la invito – Contestó señor Monstruo como un autómata tosco. 
-          Te prepararé uno también – Dijo Lux, señor Monstruo asintió hidráulicamente.

Algo va a pasar, se está rompiendo la tela de la realidad, puedo sentir la tensión del otro lado estirando los tejidos como la panza. Pero nada sucedió, Mu entró con la noticia de que era solo un norte.

-          ¿Cómo van con ese juego? – Preguntó Mu.
-          No es  un juego, es un problema matemático mi-le-na-rio – Contestó Lux.

Mu se acercó a la mesa para ver los avances y notó que las líneas seis y tres eran iguales pero en sentido inverso si ignoraba el nueve, con la línea dos y siete sucedía lo mismo.

-          ¿No será que la línea ocho y uno son iguales, y que todas las líneas terminan en nueve?  - Preguntó Mu sin estar muy seguro de comprender el problema – Si fuera así, la línea número nueve constaría solo de números nueve – Dijo para complementar su hipótesis.
-          Especular – Dijo el señor Monstruo sumergido en un atole de confusión.

Lux se aproximó con los dos vasos a la mesa y acercó el papel lleno de números a su rostro, lo miró con atención mordiendo su labio inferior y trazó una letra ele invertida de números nueve en los extremos de la cuadrícula. Ahora solo faltaban las líneas cuatro y cinco.

-          ¿Ya trataron de sumar todos los números de cada línea?, quizá ahí se encuentra la clave.

Lux abrió los ojos con una sonrisa opalina, dos pequeños colmillos vampíricos se asomaron alegremente debajo de sus labios, una risa gatuna iluminó el canto de los fantasmas adoloridos a manera de contrapunto anempático, inscrito en un fondo cósmico.


Lux no cabe en el estándar de la belleza elitista del mundo de los adultos (una risa cósmica interrumpe al narrador, quien tiene que elevar la voz), su belleza es como la de los pilares de la creación, sin sección áurea, ni proporciones perfectas; solo belleza primigenia, como la danza del fuego o los jardines zen. (Lux anota una secuencia de números en el papel temblando de risa, se detiene para tomar un sorbo de agua de coco alcoholizado). Su sonrisa de gato deja sin aliento al señor Monstruo, que se enamora de todo lo que ve y escucha, del acertijo completo, de la cara ovalada de Lux, su cabello indeciso, del aroma del viento marino, del sonido de la madera crujiendo como una bruja barroca, del ballet climatológico que pisotea su día de pesca, del sabor del pedazo de eternidad que Lux le preparó. Señor monstruo ha tomado el coco equivocado. 

viernes, 25 de octubre de 2013

Arco de cupido

Whitman estaba recostado sobre la arena con los ojos cerrados, como una piedrecilla insoluble, mirando esas líneas que se dibujan debajo de los párpados antes de dormir. Líneas azules y rojas sobre un horizonte de obsidiana. Si pones atención las figuras se vuelven evidentes, como el ritmo de los médanos y los nimbos. Las olas del mar eran música, el sonido del viento, la respiración de Lux, quien dormía sobre una toalla anaranjada no muy lejos de él. Abrió los ojos y vio a Lux dormir como una pluma sobre un canasto frutal. Desde su perspectiva el rostro parecía borroso, como un retrato que se erosionó por la ventisca del tiempo. Como una postmemoria, ese rostro nebuloso se le antojaba hermosamente lejano, como el closet de una abuela que nunca conoció.

Pero Whitman ya no podía sentir tristeza, estaba vacío como un cántaro en el Sahara, era un cascarón noctívago, flotando como una semilla sobre el viento, maravillando los corazones de los niños solitarios y los viejos ensimismados, pero inconsciente de sus actos, un avatar pirotécnico, un iluminado electrónico, un corazón hecho polvo que se ha esparcido. Dice que solo tiene vacío, olvido, oscuridad, pero no la oscuridad de los profesores de primaria occidentales: ominosa como un dolmen, y terrible como la tierra de Nod; sino la oscuridad del japonesa del Butoh, indefinible como la plastilina, ambigua como un cirro, rebosante de posibilidades infinitas, como una semilla que se convertirá en un bosque, esa es la misión de Whitman, plantar la semilla entrópica en los oídos de todas las personas, para que sus cráneos revienten con las raíces de un baobab y las mentes se sublimen en una danza climática, una sinfonía microtonal de carcajadas embadurnadas de mantequilla y lágrimas de chocolate, debajo del cráneo de Whitman las cosas eran siempre oscuridad.

Whitman rodeó a Lux a gateando como un bebé borracho para observar su rostro de cerca. La luz de las llamas lo distorsionaba como un ballet incandescente. Detuvo el tiempo para admirarla con detenimiento europeo, Contó sus lunares y trazó un mapa que iba de su narina a su mejilla, de su mejilla a su ceja derecha, de su ceja derecha a su oreja izquierda. No se contuvo, se acercó a ella y besó su boca. Lux no despertó, se mantuvo quieta como un santuario sintoísta, entonces besó su nariz, Lux continuó respirando al mismo ritmo como el péndulo de un reloj, besó su cuello de pilar dórico y cuando la briza se tomó un descanso el aroma de su piel le llenó los pulmones, el beso, como un caracol se desplazó hacia arriba hasta alcanzar el lóbulo de su oreja, donde terminó con una mordida de crustáceo. Separó su rostro y no hubo cambio superficial, el planeta seguía orbitando al sol, las olas seguían reventando, la luna seguía ciega, pero en el interior de Whitman todo se percibía distinto, había entrado en otra esfera, otro universo. Se aproximó a los labios de Lux, para percibir el aroma de su respiración, el refuerzo era necesario para asegurarse plantó sus labios sobre el arco de cupido.  


-          No estoy tan vacío después de todo

jueves, 19 de septiembre de 2013

Amanita en las nubes


Evanna se dejaba llevar por el aliento de la tierra, porque su persona era intermitente  como la niebla del otoño. Su memoria quebradiza la hacía invisible a los ojos del cielo; las brujas y las nubes doradas la veían, pero pasaban de largo. En ese sentido, no tenía que preocuparse por su vida, un rompecabezas a medio quemar.

Había quienes creían que Evanna había sido colocada en este mundo por los dioses ancestrales, mucho antes de los tambores, mucho antes incluso que la humanidad. Había registros de su personalidad en toda la literatura, pero no eran consistentes en tiempo y espacio. Probablemente Evanna era más una idea que una persona, naciendo y muriendo constantemente como resultado de los sueños de los corazones vacíos.
Antes de que naciera la historia con los primeros escritos, Evanna era ya una leyenda, una diosa sublime que sanaba los corazones de los vagabundos ciegos; como un chispazo nacía, iluminaba la oscuridad y moría, sumiéndolo todo en un silencio sagrado, contemplativo.

Evanna nace de nuevo, cuando la naturaleza reclama de nuevo su reino y el silencio ha poblado la boca de casi todos los hombres. Flota sobre el viento como una nube eléctrica y salpica con gotas de eternidad las vidas de los seres con alma. Si piel es como papel arroz, sus huesos de cristal son ligeros, su cabello parece obedecer a una física distinta, porque la mayor parte de su cuerpo se desenvuelve en el topus uranus, pero su aliento es tangible, incluso trivial, cuando se sienta a tomar el sol a tu lado, o cuando duerme a tu lado.
Hoy Evanna y May se han reunido de nuevo; May no sabe porque, hoy en la cúpula del mundo, en el ojo de un huracán; los ojos en el cielo las miran besándose, llorando de miedo y alegría, porque la esperanza ha vuelto, los campos florecen de nuevo, tras las nubes pardas una amanita muscaria se deja llevar por las nubes en movimiento.

-          Ya no me podrás ver May - Le murmuró en el oído – Pero siempre estaré contigo. Mi cuerpo se disuelve en el océano del tiempo, debo cruzar de nuevo la celosía, pero te dejo a ti, para llenar al mundo de color. Si estás llena de hiel, regálale dulces al mundo, que te los pague con besos. –


Evanna se escurrió de los brazos de May, humedeció su ropa y el suelo de la canasta. Ahora ya no se siente tanto frio. 

martes, 17 de septiembre de 2013

La mesa del rey Salomón


Cuando el fénix salió del huevo, dejó al mundo hecho cenizas por que tiró a las estrellas del cielo. Rojas de furia incendiaron las montañas, la luna se volvió una mácula llorona detrás de una cordillera de nubes.  ¿Quién despertó al a la bestia?, ¿Qué sentido tiene toda esta destrucción? La élite lo ha planeado sin saber que la mariposa sangrante despertará para beber el ego de todos los humanos, cuando el lago se vuelva un espejo de plata donde todos veremos nuestro propio rostro.

Ahora todo es silencio, la onda expansiva se ha vuelto solo un eco que recorre el globo perdiendo fuerza, sus temblores se sobreponen y cancelan. De momento hace calor pero en unos días comenzará el invierno nuclear.


El monolito de obsidiana se ha equivocado, el poder le arrancó su único ojo. Ha desperdiciado una herencia de besos y yace en la zona pelágica como un anillo de oro que cayó al mar, no puede detener las olas con sus manos. Sus hijos lo devorarán cuando se vuelvan caníbales. El agua pura de manantial nunca lavará las lágrimas de su rostro, el viento sedoso del verano no abrirá sus poros, no lo hará sudar, no probará el beso de la juventud, ni volverá a sentir la arena salada bajo los dedos de sus pies, porque se ha salido de la rueda del karma. 

Posmemorias


Los susurros que brotan de las paredes son emociones congeladas, esferas de cristal contenidas por corazones de piedra que se rompen cualquier presencia; secretos guardados que ya no pueden ser contenidos. Eriko sabe que fluyen a través de ella, que la desgastan como el agua a la roca, la erosionan, pero se siente contenta de hacer algo por alguien, por lo menos así no se siente tan sola. Ha comenzado a llover de nuevo – No bebas la lluvia de las sombras – Le advertía su madre cuando estaba viva, porque es un impulso natural de los niños correr bajo la lluvia, reir, mojarse, pero esta lluvia no es natural, está llena de grafito.

Eriko buscó refugio dentro de un edificio abandonado, la puerta de madera cedió con facilidad, en el interior había muebles polvosos, insectos mudos y un espíritu silencioso que la observaba con atención desde un retrato antiguo.

-          Sé que estás ahí, no te voy a hacer nada – Dijo Eriko mientras apilaba maderos en la chimenea.

Su madre pensaba que eran amigos imaginarios de Eriko, Evanna y May, pero eran reales. Las tres coincidían en que la mayor parte eran almas buscando su cuerpo, vagabundos ciegos en la oscuridad, impotentes observadores de la realidad nebulosa desde el otro lado del manto. Se presentaban como movimientos sutiles en la periferia de la vista o como susurros escurriendo de las grietas de las paredes. Más escasos eran los secretos nunca dichos, emociones que se quedaron grabadas como sombras en los edificios de Hiroshima, condenadas a repetirse por toda la eternidad, la mayoría eran traumas violentos, asesinatos, torturas, violaciones, o secuestros de niños, pero a veces se encontraban instantes sublimes, como cuadros impresionistas. Éstos no tenían conciencia de sí mismos, eran solo rastros de un pasado lleno de colores proyectados al presente como fotografías viejas.

Evanna tenía la capacidad de observar los aromas, o nébulas: nubes livianas que se alimentan de sueños y pesadillas, náufragos del mundo supralunar, que se han quedado atorados en los engranes descompuestos de este planeta. Eriko ha percibido su presencia en forma de música lejana, desde el interior de su cráneo, pero nunca los ha visto.

May ha llamado miasmas a los antiguos dioses primigenios que duermen en la conciencia de todos los seres, arquetipos antediluvianos sin forma, reptiles con ojos que brillan en la oscuridad, babuinos enmascarados, brujos tatuados  que presenciaron el origen del tiempo, cuando las cuerdas se volvieron membranas y comenzaron a chocar. Nacieron antes del bien y antes del mal, antes de cualquier rastro de humanidad. Llenan de miedo el corazón de los hombres porque lo devoran todo, su presencia puede arrancarle el alma al cuerpo, porque están hechos de vacío, son lágrimas de parto del mar de Dirac.    

El espectro que acompaña a Eriko esta noche es solo un alma que perdió su cuerpo. ¿Por qué hay tantas almas sin cuerpo en esta ciudad?, ¿Acaso despertó el innombrable?, ¿se ha quitado la máscara el babuino?. ¿El árabe loco tenía razón?. El mundo es un lugar vacío, frio y silencioso, no responde a esa clase de preguntas.

-         Te quiero enseñar algo, acércate, no te voy a hacer daño – Le dijo Eriko al espíritu una vez que el fuego había sido prendido, tímido el espíritu no respondió, quizás era un espíritu sin voz. Eriko abrió el libro que llevaba su nombre en la portada y se lo mostró, los ojos del retrato se desplazaron tímidamente para observar la cubierta llena de calcomanías descoloridas, Eriko le mostró la primera página. – mira, esta es mi bisabuela, dicen que se parece mucho a mi-

El espectro obsevó foto de una chica delgada de piel blanca, ciertamente se parecía a Eriko, incluso en la forma de vestir. La principal diferencia era el cabello rojo. – Mi bisabuela se llamaba como yo, por eso el libro tiene mi nombre –

El espectro no había visto algo tan hermoso en mucho tiempo, de hecho, no había visto nada desde que algo terrible sucedió, un evento tan devastador que barrió con todas las playas de su memoria, incluso su personalidad quedó como una imagen descolorida. El huracán perdió fuerza, la tormenta terminó, la osmbra se perdió eternamente en esa fotografía. Ojos verdes abiertos con sorpresa, cejas pobladas llenas de alegría, una nariz pequeña y redonda, una boca abierta sacando la lengua exhibiendo una perforación, uñas pintadas de varios colores, un bra negro de látex, un short del mismo material, una segunda perforación en el ombligo, una gota verde llena de vida, el cabello rojo cayendo como una cascada de fuego, en las manos, una chispa. La chispa de donde nació el universo, y que marca el final de sus días, por fin puede descansar, no hay islas donde naufragar, no hay cuerpo para regresar, solo queda disolverse en el mar de Dirac. 

jueves, 22 de agosto de 2013

Arkhé.

Por primera vez Eriko estaba sola, pero no tenía ganas de llorar. La tristeza que la cubría era una presencia discreta que no recortaba la belleza del instante. Cuando May se fue a vivir sobre las nubes, sintió una profunda ansiedad. La noche en que Evanna murió, un vacío absoluto le cubrió los ojos, su cuerpo se sumergió en polen negro, durmió durante días y no pudo moverse.

Eriko se recostó sobre el musgo para mirar las estrellas, pero el fantasma de la fogata opacaba su visión. Mientras la mancha se borraba de su retina, recordaba la noche que conoció a Evanna. Fue en una ciénaga brumosa. Evanna flotaba al ras de la superficie con dos lirios cubriendo sus ojos. De la punta de sus dedos se desprendía la arena del tiempo, que caía sobre el agua, disolviéndose como azúcar negra. Eriko trató de acercase en silencio para no despertarla, pero las luciérnagas susurraron y la esfera se rompió.

Lo primero que escuchó al recuperar la conciencia, fue la voz de un hilo de vidrio cantando en lenguaje ancestral. Su cuerpo sabía que estaba recostado sobre el suelo, sentía la humedad de la tierra; su nuca descansaba sobre algo cálido, las piernas de Evanna, quien acariciaba su mejilla. El contacto de sus manos era suave, frio, aceitoso, casi artificial: hacía que algo sagrado creciera en su interior, un bosque prohibido. Al abrir los ojos vio aquel rostro tatuado y una mirada inhumana que le congelaba el alma.

Evanna dejó de cantar y se inclinó. Con sus dedos le abrió los labios, sus alientos se mezclaron, una semilla se plantó en la garganta de Eriko y creció como una enredadera eléctrica, trasformando su cuerpo en una esfera de cristal. Cuando el granizo cayó, se volvió savia espumosa que escurría entre sus piernas, mojando su ropa interior con arkhé.


Esta tristeza venía en oleadas suaves, traía racimos de estrellas en su corriente. Se sentó a la orilla de la soledad, de espaldas al fuego y sacó de su mochila el último regalo de su madre, el diario de su bisabuela; un libro lleno de textos en lenguaje ancestral, fotografías, recortes, calcomanías. A partir de ahora, dedicaría un rato del día a observar aquellos recuerdos; estaba convencida de que la respuesta al vacío de su existencia se encontraba en ese diario, a partir de ahora podría dedicarse a resolver el acertijo, porque estaba sola y era dueña de su vida. 

domingo, 18 de agosto de 2013

El peor arroz del mundo

¿Has notado que si dejas de respirar las personas y animales que te rodean dejan de ponerte atención?, inténtalo, es muy chistoso. -Cuando escribes usas demasiado las palabras muy y más –Ya lo sé, pero siento que si las elimino le voy a quitar naturalidad a lo que digo, - creo que piensas poco en lo que haces, ¿Qué clase de artista eres?, - No soy un artista, solo soy y ya, como sea no importa, tu eres la única persona que lee lo que escribo, y tú eres yo. ¿No te parece triste esta situación?; osea, creo que soy el último ser humano sobre esta tierra, no he visto a nadie en muchos días. – Y para que te sirve ser invisible si no hay nadie que te vea? – ¡ja!, tienes razón, ni siquiera puedo comprobar lo que digo, haces que me sienta tonto.
Cambiando de tema, no sé si me estoy volviendo loco, estoy perdiendo el sentido del tiempo o qué, pero no he visto a la luna en varios días, ¿a que crees que se deba?. -¿Por qué me haces esas preguntas?, compartimos el mismo cerebro, sabemos exactamente lo mismo, obviamente no lo se- Hazme plática, me estoy deprimiendo. – Cállate y come que hace hambre -. Ya me cansé del arroz reseco, este ha de ser el peor arroz del mundo, aparte el agua sabe a óxido, ha de estar contaminada. –Cállate y come-.

Estoy loco, mírame, soy el último humano en el mundo, puedo hacer lo que quiera. – ¿Si no hay una sociedad que te diagnostique, como puedes saber si estás loco? – Tienes razón. ¿Sabes?, me da gusto que me acompañes, si no fuera por ti, no sé quién me daría sentido común, estaría perdido, probablemente me habría metido con esos babuinos, se veían enojados, aunque carnosos. –Cállate y come-. No quiero arroz  –No hay otra cosa-.

Ángeles en Bangkok

Un señor barbado que parecía enojado y preocupado anunciaba en la televisión su nuevo libro Ángeles en Bangkok, durante el comercial mostraba unas fotografías donde niños de la calle dormían en la banqueta; si mirabas con atención, podías ver que algunos de esos niños eran extraterrestres. El brazo de un niño parecía un pedazo de pellejo sin músculo, solo con hueso, la cabeza de otro era enorme y llena de venas, los ojos de uno brillaban en la oscuridad; los otros niños, que si eran humanos parecían cubrirlos, eran sus amigos.

Ya con el libro en mis manos comencé a leer. Junto a una imagen de un hombre perro, (un hombre lleno de pelo parecido a un wookie) mencionaba que ya se había anunciado el fin de la humanidad, y que los gobiernos tenían fecha límite para exterminarla; de otra forma los extraterrestres vendrían y utilizarían sus métodos. 

Acertijos




P.D. Nada de visitas por favor. 

Debajo del puente

Esta tarde me fui a sentar debajo del puente. Me gusta sentarme en lugares con buena vista y mala fama por que nadie se acerca a preguntarte estupideces.
La vida en las sombras es más agradable de lo que parece, no huele mal ni es húmeda; es silenciosa, ni siquiera se escucha el rugido de la ciudad. Esta idea religiosa de que la oscuridad representa el mal, creo que solo es reflejo del miedo a no poder ver claramente lo que tenemos frente a la nariz, miedo a encontrarnos con nuestros propios fantasmas cara a cara. Pero sobre todo, miedo a poder ser como dioses, en la oscuridad podemos sentir como reales los sueños más hermosos que anidan en nuestro interior, pero si perdemos el control, nuestras pesadillas saldrán, el infierno más terrible es el que nosotros creamos.  
Intenté leer pero no pude, el momento era tan mágico que no logré salir de la realidad. La magia escurría como un gel fosforescente de entre los ladrillos, hacía deltas en el suelo y trepaba por mi ropa; no la podía ver, pero lo podía sentir, llenando de luz vegetal mi piel reseca. Entonces pude recordar mi hogar, el bosque subterráneo con árboles que acarician la luna, las luciérnagas que susurran poemas de viento y sangre. ¿Cómo fue que perdí mi hogar?, ¿Cuándo me alejé de mi misma?, ¿Por qué vine a dar a este mundo miserable. Aquí tienes que exprimir la magia de las rocas con toda tu fuerza, y aferrarte a la arena de la playa, ¿Quién derramó tanta tristeza sobre la ciudad?.
Respiré profundo, abrí los ojos y pude ver a Evanna flotando sobre las nubes con los brazos extendidos, como una muñeca colgando de hilos invisibles. Intenté llamarla pero la voz no salió, las lágrimas la ahogaron, ¿Por qué me abandonaste?, ¿Por qué te llevaste el color de las flores y el aroma de las estrellas?
No podía levantarme, todo mi cuerpo temblaba, la magia hacía ondas luminiscentes sobre la yerba, la sombra se coloreaba, era yo la última abeja en la tierra, la última yerba, el último suspiro.
Evanna miraba a un punto fijo en el cielo, su espalda apuntaba al suelo, la punta de sus pies a las estrellas ocultas tras la nata uniforme del cielo, la fábrica de nubes hizo sonar su silbato y el espejismo se disolvió, Evanna vino a visitarme desgarrando el hilo que me mantenía en el mundo de la cordura, me estaba desprendiendo de mi yo.
-Cuando mueres la percepción del tiempo se ralentiza al grado de que la experiencia de la muerte puede volverse un instante de eternidad. -
Por favor detén esta locura, sácame el aire de los pulmones o arráncame el corazón. Esta ciudad se está comiendo mi alma – Evanna no respondió, su cuerpo se fue despacio, se hizo cada vez más pequeño, como un velero que se lleva el viento hacia el horizonte.-

Parece que se va a caer de la orilla del mundo. 

No me gusta el silencio

-          ¿Quién dejó ese carro estacionado en un tercer piso?, debe llevar ahí por lo menos doscientos años, está lleno de yerba. –
-          Yep –
-          Me gusta este lugar, ¿crees que podamos quedarnos?
-          No veo por qué no-
-          Tiene una vista agradable, me gusta cómo se ven los atardeceres, como las montañas juegan con las nubes y las nubes juegan con la luz.
-          Parece que viene la lluvia, será mejor que nos cubramos, esas nubes se ven muy enojadas –
-          Quiero quedarme otro rato –
-          Es peligroso, recuerda que ya no tenemos medicina –
-          ¿puedo ver la lluvia desde adentro?
-          Si, nada mas no te mojes –
Afuera las bestias comían yerba entre los escombros y el sol aparecía entre las nubes como una esfera roja, coloreando con lumbre los campos marrones.

-          No me gusta el silencio – 

Mente de colmena

Ya no cantan los pájaros; mi bisabuela decía que los tambores los dejaron sin voz, dijo que fue un sonido tan fuerte, que les arrancó el alma. Ella decía que cantaban de muchas formas, que cada especie de pájaro tenía una voz característica, y que si no los veías, los podías reconocer por su canto, decía que había personas dedicadas a estudiar los cantos de las aves, que llevaban micrófonos especiales para capturar su sonido y luego dejarlo salir. Yo nunca he visto un micrófono, pero he visto un par de aves, caminando confundidas por el suelo, tambaleándose como pequeños monstruos temerosos.
-          ¿Por qué las aves ya no vuelan? –
-          No lo sé- Respondió el hermano de Samara
-          No me gusta mi nombre –
-          Nadie te impide cambiarlo –
-          Me llamaré Valeria, ¿te gusta mi nuevo nombre?, Valeria -
-          Me da igual, déjame comer –
La madre de Samara, o Valeria, había muerto por envenenamiento radioactivo, pero ella e Isaac no lo sabían. Ellos habían crecido creyendo que la muerte tenía siempre los mismos síntomas. El cuerpo no acepta la comida y siempre duele la cabeza, se está siempre triste o enojado además de cansado, la gente se queda dormida o se cae en cualquier momento, la piel se llena de manchas, el cabello se cae, sale sangre de los dientes y los ojos .
-          Fue muy triste que se muriera. ¿Tú te vas a morir también? -
-          Todos nos vamos a morir algún día –
-          Pero me da miedo, no quiero morirme -
-          Aún falta mucho, no te preocupes –
-          Tampoco quiero que te mueras, quiero que esté siempre conmigo-
Un sonido grave hizo temblar los huesos de Isaac y Valeria. Asustados miraron al horizonte y descubrieron una enorme esfera azul que se comía las nubes. Su hermosura los aterrorizó, pero no pudieron reaccionar, la luz que manaba congelaba la superficie de su alma, pero derretía su interior. De la boca de Isaac salió una mariposa translúcida con alas de porvelana que voló gentilmente hacia la fuente de luz. De la nariz de Valeria manó el aroma de las buganvilias y pinto con el olor de las flores un radio de varios kilómetros. Para ellos la muerte no fue un sollozo, sino el sueño de una colmena.


jueves, 6 de junio de 2013

-Quien eres realmente?


Líneas

No me gustan las líneas rectas
ni las curvas precisas
prefiero la trayectoria vibrante
de una libélula ansiosa
la impermanencia perfecta
de una caricia nerviosa

jueves, 16 de mayo de 2013

Fibonacci me habla


Hermano, Fibonacci me habla. ¿Quién es Fibonacci?, su nombre no me da confianza, suena muy… renacentista, ¿es uno de tus amigos con problemas?. No, vivirá en mi cabeza. Ah ya, es uno de esos nematelmintos subcutáneos con telepatía. No, apenas se convertirá en eso. Larvas…. No, conciencia. Ah, es esa voz que te dice –sácale los ojos- con acento militar aguardentoso. No, el mío dice 1,2,3,5,8,13,21,34… Ah, es como yo cuando estoy borracho (pero sin números negativos ni decimales). Fibonacci.
Dania se levantó del pasto, suspiró, miró el grafiti con forma de gato en la pared del puente y se volvió a sentar.
Ala, tengo unos diseños bien feos para Lau, van a ser camarones. 

miércoles, 8 de mayo de 2013

Opio


Esta noche las estrellas se quedaron dormidas; con el cielo oscurecido, pude dedicarme a beber tu sombra. Entré flotando por tu ventana, abriste los ojos un instante y me viste, ingrávido, boca arriba, con la espalda arqueada. Te convenciste de que era un delirio, volviste a dormir. Aterrice de rodillas a tu lado, observé que tu cuello delgado se alargaba, se hacía infinito, se curvaba sobre sí mismo. A lo lejos, un perro solitario le ladraba a una presencia invisible, la proyección de tu ego, tratando de advertirte del peligro. -Pero no estoy aquí para hacerte daño – dije - solo voy plantar un diamante en tu cérvix- levanté tu camisón y descubrí que no había ropa interior debajo, introduje mi apéndice en forma de pinza tan despacio, que solo emitiste un suspiro cuando coloqué el cristal en la abertura húmeda y lo empujé. Tu cuerpo recibió con gusto el sabor del cristal, lo absorbió como una gota de agua. Después no abandoné la habitación, me quedé contemplando tu metamorfosis oculto en el bonsái de tu taburete.
La tormenta pasó dejando las calles llenas de espejos. Despertaste con la boca llena de flores, al arrancaras dejabas pequeños cráteres húmedos en tu paladar. Sentías mi presencia, lo sé porque me buscaste, pero en luz soy invisible. Cuando te desnudaste, rocé tu espalda, cuando te bañaste, me fundí con el vapor, cuando te vestiste me oculte en el bosque de tu pubis.
Por la tarde, sentiste el impulso de dar una caminata en el bosque; los espíritus de las plantas te contemplaban sentados en las ramas de los árboles, sabían que alguien estaba debajo de tu piel, alimentándose de ti. Caminaste de lado, sobre un muro de roca, el manto se desgarró, la ilusión de realidad se volvió difusa, te perdiste en la niebla eléctrica y la cámara de nubes, te permitió ver la radiación de mi presencia, me descubriste, como una orquídea con pétalos de humo creciendo entre tus piernas. Tus brazos se llenaron de maleza, los sapos dejaron de cantar. Una pequeña gota de alcohol, cayó en tu frente y la perforó, te volviste una nube con aroma a incienso, flotaste como un fantasma doble al ras del suelo.
Cuando regresaste a tu habitación, te asomaste por la ventana para mirar a los barcos del puerto, el aire marino te devolvía la sensación de realidad, tomaste la máquina de escribir, pero no pudiste comenzar tu novela, nunca has podido comenzar tu novela –debe ser el aire salado- pensaste, y observaste a tu gato de la suerte saludando, su sonrisa te molestó, - estas castigado- le dijiste en voz baja,  lo levantaste y lo giraste ciento ochenta grados, ahora le sonreía a la pared.  

sábado, 20 de abril de 2013

Lux

Esa noche nos guió
una singularidad,
universos colisionan
formando una tempestad.

Hoy te fugas como un sol
sobre el viento estival,
te conservo en mis memorias
como un sueño abisal.

La luna que se pierde
en el núcleo del placer
es el cosmos que se enfría
 
para desaparecer.


martes, 9 de abril de 2013

Umaharumuma

Video de donde está el hipotálamo, muy recomendable

https://vimeo.com/63230106


viernes, 29 de marzo de 2013

Harpia harpyja

-Esta mañana desperté antes del amanecer y sentí una presencia en el interior de la habitación-

Con algo de nerviosismo sacudió la resaca del sueño y descubrió dos pequeños ojos mirándola través de la ventana. Algo de vidrio se rompía al otro lado del manto, lo pudo escuchar en su interior, como el grito de alguien que muere en medio de un espasmo de dolor.

- Quedé paralizada hasta que los primeros rayos de luz disolvieron la sombra del ave – El vidrio volvió a ser transparente, pero eco de la harpía seguía rebotando en el interior de su cráneo.

Ella vagó por la niebla, sin saber que en su interior había sido plantado el huevo de un reptil. Los tambores llevaban el ritmo, pero debido al daño neurológico, solo percibía sonidos desordenados.

El mundo se veía diferente, pudo observar el horror oculto en los objetos de la vida cotidiana, las paredes de roca se habían vuelto cumulonimbos difusos, las líneas de la calle estaban retorcidas como un cuadro expresionista, en el silencio escuchaba una respiración aguardentosa como la de una bestia agazapada en las sombras. Dalel estaba en la cordilleras y cañones, cuando regresó a casa, estaba irreconocible, la máscara se caía a pedazos como piel quemada, su verdadero rosto revelaba un par de ojos de fuego negro capaces de convertir a cualquiera en una estatua.

-Vamos a suicidarnos al bosque – propuso Dalel y Dalel respondió – Vamos-

Un aroma dulce, les entregó recuerdos descoloridos como fotografías, cuando llegaron al claro en forma de media luna, se sentaron a observar las luciérnagas. Miraron sus reflejos en un charco de mercurio y se descubrieron hermosas, rodeadas de estrellas parpadeantes y sonriendo. El tiempo entró en animación suspendida.

-Ya es de noche-

martes, 12 de marzo de 2013

Estoy buscando mi propia voz







Estoy buscando mi propia voz
y solo encuentro vacío
pero el silencio no es frío
es transparente como agua de río



Estoy buscando mi propia voz
pero no sale de mi garganta
esta inmóvil como un reptil
que cuando duerme sueña que canta



Se escucha como un suspiro
en un campo de batalla
estoy buscando mi propia voz
del otro lado de una muralla







Hay fantasmas en el agua

Escaparon del asfaltopara encontrar el vacío
el silencio de la tierra
el aroma del rocío

Al salir de la ciudad
esquivaron las pedradas

más allá de las murallas

los perdieron las miradas


Con sus pies sobre la yerba
comenzaron a bailar

olvidaron el camino

los zapatos y el hogar


En un puerto abandonado
encontraron un navío

una vela y un timón

en un terreno baldío


Navegaron por las olas
hacia tierras ancestrales
incendiaron las mareas
entre besos estivales


Encallaron en la arena
de una isla de coral
Se cubrieron de la lluvia
bajo un techo vegetal


Se perdieron en el bosque
y cansados de vagar

se sentaron junto al río

comenzaron a llorar

hay fantasmas en el agua

no te metas a nadar

sábado, 23 de febrero de 2013

miércoles, 13 de febrero de 2013

La razón tiene poca influencia en lo que somos o lo que hacemos


Las estrellas que deambulan

La tapa de tu cráneo reventó
como una flor en primavera
la oscuridad se derramó
sobre mi rostro y tu cadera
Puedo beber tu sombra
si sublimo el pensamiento
te encontré hablando sola
en el cuarto de aislamiento
Eres una equilibrista
en el filo del abismo

comqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqwqwwqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqqawwaqwqqqw

Una brisa caustica
se levanta como el humo de un volcán
desde las grietas de tu mascara




domingo, 27 de enero de 2013

domingo, 6 de enero de 2013

Cool


carretera


Larga línea asfaltada
que se pinta junto al mar
a la luna azul plateada
nadie me ha de acompañar
El que nace caminando
no debiera descansar
puede caminar soñando
y dormir sin tropezar
La vida es una vereda
que lleva a la eternidad
el que no avanza se queda
esperando a la verdad
El tiempo es la carreta
es un tren en la estación
no prepares tus maletas
mejor canta esta canción
Larga línea asfaltada
que se pinta junto al mar
en la fría madrugada
nadie me ha de acompañar