domingo, 2 de diciembre de 2012

El sol salió a media noche





Hoy decidí ir a dar una vuelta por la ciudad de roca. Las calles estaban inundadas, así que floté como un cuerpo boca abajo, mirando mis recuerdos desde arriba, el aire olía a invierno pasado, la temperatura era idéntica la que encontramos cuando recorrimos el pasillo de las flores rojas. Siempre te recuerdo rubia, pero tu cabello era café.
Mientras escuchaba ecos en la parte de atrás de mi cabeza, recordaba el árbol de la vida, cada vez mas fragmentado, había ramas enteras que se habían borrado, los datos fragmentados siempre generan inquietud. Un jarrón de porcelana solo se vuelve a ensamblar con paciencia milenaria de anciano japonés, no es trabajo para un viejo indisciplinado.
Un coro de fantasmas me sigue eternamente, pero solo canta cuando viene la calma como una inundación que se lo lleva todo. Veo flotando un poco de sueño sobre mi cama, lo utilizo para cubrirme del frio. Cierro los ojos, en este momento sé que puedo abandonarme al sueño profundo del mar de Dirac, para disolverme y caminar al lado de todo hacia la muerte térmica.
Mientras las fotografías a color se vuelven grises, abro las paredes y desaparezco, para susurrarle a otros individuos, las cosas que solo se dicen en las noches de norte. A veces me siento a esperar la lluvia en un parque abandonado, para limpiar mi lengua de gato. Los océanos despiertan para llevarme lejos de aquí, al otro lado de la tormenta de polvo, que lleva años estacionada sobre el mar, ensombreciendo las calles inundadas de esta ciudad.


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