sábado, 1 de diciembre de 2012

Un hombre en la ciudad amurallada





Debajo de las suelas de mis zapatos encontrarás motas de polvo de sueños, lo reconocerás por que brilla en la oscuridad y suena como una cascada en miniatura. Si despierto al búho de la montaña morirás, porque el pueblo donde has crecido parte de su sueño. Las joyas que nacen de las flores cantan tu nombre, pero callan tu estirpe. Una escolopendra de fuego, trepa por tu cabello para corónate con una lengua eléctrica.  

La princesa es un monstruo, el agua del manantial está envenenada, todo el reino es un sepulcro silencioso.

Te miro desde abajo del agua de manantial por que soy tu reflejo, soy el veneno que bebes al mirarte al espejo, soy el tiempo que encalla en tu carne y marca tu piel austeridad, lenta pero persistente.Te veo joven y de ojos claros, nerviosa y llena de vida. Tu cabello vibra cuando volteas, nada elegante, pero atractivo a su manera. Se aproxima una nevada, el viento rasguña la piel, pero tu mantienes tu temple de papel arroz, piel de porcelana, cabello sin canas, cristales rotos debajo de la piel, una ceiba te sirve de almohada. 

Debajo de un monolito espera pacientemente la plaga que llevará a todos los niños a dormir, los adultos llorarán, porque sin futuro sus vidas miserables no tienen sentido. Y nadie se salvará, porque la cura está en el interior, y el ser humano, no sabe mirar al interior. 

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