Silencio!
Las hadas están afinando sus cuerdas vocales. La niebla se pinta con el matiz de sus voces. El aire está enrarecido, contaminado con un aroma de color violeta; un incienso espectral, que antes solo era presente en los sueños. Los ancianos tienen miedo de ver materializado frente a sus ojos, como un siniestro estandarte, el arquetipo de la muerte; pero está ahí, alto, tembloroso y cubierto de pelo, ronroneando como un gato sobrealimentado, la realidad es la suma de distintas cuerdas vibrando, como los colores separados de la luz blanca.
Las hadas están afinando sus cuerdas vocales. La niebla se pinta con el matiz de sus voces. El aire está enrarecido, contaminado con un aroma de color violeta; un incienso espectral, que antes solo era presente en los sueños. Los ancianos tienen miedo de ver materializado frente a sus ojos, como un siniestro estandarte, el arquetipo de la muerte; pero está ahí, alto, tembloroso y cubierto de pelo, ronroneando como un gato sobrealimentado, la realidad es la suma de distintas cuerdas vibrando, como los colores separados de la luz blanca.
Mi cuerpo flota río abajo, no necesito
respirar, en mi espalda siento la briza estival y las gotas del rocío de la
madrugada. Cuando el sol salga, las perlas líquidas se evaporarán, mi alma se
disolverá con la niebla, permítanme descansar.
Ahora todo está en calma, solo escucho
a mis derrumbarse en la lejanía, no tiene sentido mirar hacia atrás, mi pasado
está tan deforme que parece el de otra persona. Un algo se queja, como un
saxofón en la oscuridad, es el recuerdo de cuando caminábamos por la muralla de
roca, de la mano, mirando al cielo incendiarse. El recuerdo muere y desaparece,
como una gota de sangre en el agua de mar.
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