sábado, 7 de junio de 2008

Opium tea



Johnny hablaba en un español deforme con el señor Gonzales, Ambos se habían encontrado de Delhi, habían visto sapos enormes la noche anterior y esa mañana era especialmente fresca; ambos planeaban dejarse llevar a donde el día quisiera.

-Me levanté frente a la ventana y miré hacia el mar, y yo soy lo que soy, lo que será será, mientras preparaba una taza de té de opio-

-Ah señor Gonzales, usted siempre con su retórica barata comaliense, me parece maravollosa-

El señor Gonzales sin dejar de mirar por la ventana, se preguntaba si sus hijos estaban pensando en el; sonrió y le dio un sorbo a su te de opio. ¿Gustas?. No, gracias, soy lo que soy y lo que será, será. –Ambos rieron como el viento que mueve las olas y da latigazos a las murallas del puerto-

Pues bien, los gatos en la muralla cantan alegremente, el señor Gonzales tomó otro sorbo de su té –soy un prisionero, y nunca podré ir a casa; aquí no hay nada para ganar o perder, ni se pueden hacer elecciones, ni siquiera la elección de elegir o no. Soy un prisionero; pero soy libre también, y soy lo que soy, lo que será será-

Cambiando de tema, ¿por qué su esposa lo corrió de su casa y su país?- Veras Johnny, ella era la flor más bella del infierno, y la tenía siempre atada a mi dedo como un anillo; algo así como un reloj de buena marca que hay que alimentar- El señor Gonzales apuntó a Johnny con la taza ofreciendo el último sorbo, pero Johnny nuevamente la rechazó- Johnny ¿y usté que opina de Prince? –Es algo… exótico el hombre- por que hoy es su cumpleaños-

En ese momento entró la casera –Ha muerto Henry Miller, toda la nación llora- y toda la nación lloró.

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